En julio de 2020, We Are Social y Hootsuite actualizaron su informe anual sobre el uso global de Internet, redes sociales, dispositivos móviles y las plataformas de comercio electrónico. Los usuarios activos de medios sociales superan los 3960 millones, lo que supone una penetración en torno al 51 %, y un crecimiento superior al 10 % respecto a julio de 2019. Ante ese poblamiento digital, los clientes de estos servicios se exponen a numerosos riesgos que dimanan de las propias potencialidades de las tecnologías de la información y las comunicaciones.
La falta de garantías sobre la integridad de los perfiles activos en redes sociales —más de 2600 millones en Facebook, unos 2000 millones en Youtube, y alrededor de 326 millones en Twitter—, es un hándicap permanente que vicia la salud de la red. Entendemos que promover un ecosistema seguro en tal sentido implica sobrepasar tres niveles. El primero es verificar la identidad del usuario, el segundo descifrar las intenciones de su presencia en línea, y el tercero hacer fact-checking de los contenidos emitidos e interpretar su direccionalidad. En esta entrega hacemos zum de acercamiento en el nivel primario.
¿Por qué importa verificar la identidad en redes sociales?
De alguna manera, quienes participamos del mercado de Social Media tenemos una “cuenta verificada”; esto es: el proveedor ha empleado algún método —mensajes SMS o el correo electrónico, por ejemplo— para cerciorarse de que por lo menos somos seres humanos. No es un paso menor. Una investigación del New York Times y un reporte de StratCom COE coinciden en que aunque las compañías de redes sociales trabajan para reducir las actividades que violan sus términos y condiciones, todavía no pueden seguir el ritmo de los suministradores de soluciones para el mercado subterráneo —donde se compran likes, suscriptores y cuentas—. Además, en un grosero sinsentido, esta industria es legal en muchos países.
Las cuentas falsas, continúa el informe de StratCom COE, constituyen la herramienta básica para ganar acceso a una plataforma de Social Media y manipularla con likes, vistas y comentarios carentes de autenticidad, aumentando artificialmente el alcance de ciertos contenidos o la autoridad social de un usuario. El precio y la calidad de los servicios de manipulación difieren en dependencia del tiempo y los esfuerzos que necesita el vendedor para producirla.
Las ofertas más baratas conciben la provisión de cuentas registradas pero no verificadas, sin contenidos ni foto de perfil, cuyos seguidores califican generalmente como bots. Auque existe una alta probabilidad de que estas sean detectadas y eliminadas, StratCom COE encontró que muchos bots en Twitter sobreviven lo suficiente como para publicar 5000 mensajes, lo que aún sirve a intereses específicos. El segmento medio se nutre de cuentas registradas automáticamente, pero más costosas porque son verificadas y contienen información básica, lo que disminuye las posibilidades de que sean rápidamente identificadas y bloqueadas. Las entregas de mayor valor comprenden perfiles que poseen amigos y suscriptores reales, contenido y fotos de perfil originales, están verificados y tienen más de un año de registro. Estos usuarios se adaptan a determinadas variables demográficas —como edad, país o género— para impactar en una audiencia concreta.
Google adelantó en abril del presente año que los anunciantes que se sirven de su extensa red deberán probar quiénes son y desde dónde operan, para contrarrestar la propagación de anuncios engañosos o fraudulentos en el contexto de la pandemia provocada por el nuevo coronavirus. En septiembre de 2019, el gigante tecnológico declaró que había eliminado más de 3200 millones de anuncios que violaban sus políticas en un año, lo que se traduce en más de 100 anuncios negativos por segundo.
Luego, la verificación de una identidad en línea precisa de apoyo tecnológico del proveedor del servicio o aplicaciones de terceros, y también del despliegue individual de habilidades digitales que se alimentan de la experticia en la gestión de información, una competencia indispensable para el ciudadano del siglo XXI. Desde el 2009 las plataformas de redes sociales incursionan en lo que podemos denominar como la verificación de segundo grado, aunque es lo que usualmente se conoce como «verificación de cuentas», un polémico proceso que desplegamos a continuación.
El proceso de verificación de perfiles
Un estudio reciente conceptualiza que un usuario verificado es aquel que responde a un perfil de interés público, y cuyos dueños han sido autenticados por determinada plataforma. Twitter describe que como norma los perfiles de interés público son mantenidos por personas y organizaciones involucradas en los ámbitos de la música, la actuación, la moda, los medios, deportes, negocios, y otras áreas de interés. La empresa con sede en San Francisco interrumpió en noviembre de 2017 la revisión de nuevas solicitudes de verificación, expresando que esta había sido percibida por mucho tiempo como endorsement o un indicativo de relevancia. El servicio aceptó que otorgaba prominencia visual a las cuentas verificadas.
Para solicitar la insignia verificada en Facebook, la compañía demanda que la cuenta sea destacada, concepto que asocia con personas, marcas o entidades conocidas buscadas con frecuencia. Instagram, también propiedad de Mark Zuckerberg, está en sintonía con esta definición, otorgando su insignia verificada a figuras públicas, celebridades o marcas con alta probabilidad de ser víctimas de la suplantación de identidad. Youtube asigna su sello de verificación, en principio, a canales que arriban a 100 000 suscriptores, aunque se reserva el derecho de autenticar proactivamente canales con menos seguidores cuyos responsables son famosos fuera de la plataforma. A diferencia de Twitter o Facebook, ello no confiere acceso a funcionalidades adicionales.
Los usuarios deben cumplir otras disposiciones básicas, como completar su información de perfil y brindar más datos de interés. Facebook, por ejemplo, tiene abierto su proceso de solicitudes para personas y organizaciones. Los individuos aportan una copia de un documento de identificación oficial con foto, en tanto las organizaciones envían copias de facturas telefónicas o cualquier servicio público, un certificado de constitución, sus estatutos y documentos de exención de impuestos. Los solicitantes explican por qué deben recibir la insignia verificada, y opcionalmente relacionar enlaces relevantes que demuestren la notabilidad de su cuenta.
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La verificación de negocios —que se distingue de la verificación de la insignia azul, y todavía no está disponible globalmente—, viabiliza el acceso a características específicas y en ciertas situaciones indispensables para cumplir ciertas expectativas de pequeñas y medianas empresas. El proceso se inicia en el centro de seguridad del administrador comercial, una herramienta para administrar toda la actividad de marketing y publicidad de negocios de todos los tamaños, que permite introducir anuncios, gestionar páginas de Facebook y perfiles de Instagram, entre otras funciones.
En lo atinente a Youtube, además de cumplir con el requerimiento de los 100 000 suscriptores —en cuya ausencia la opción de aplicar a la verificación no se muestra—, los canales deben ser auténticos y públicos, completar toda su información básica (banner, descripción y logo), estar activos y poseer contenido publicado. En Instagram, una vez seleccionada la opción “Solicitar verificación” en el menú “Cuenta” de la configuración, el usuario proporciona su nombre completo y un documento de identificación. La cuenta debe ser auténtica, pública, única de la persona o negocio que represente, completar la información básica, y cumplir con la premisa de notabilidad.
El status que confiere la verificación no es vitalicio por defecto, dado que las compañías pueden retirarlo ante una serie de comportamientos inadecuados como el engaño intencionado, fomentar el odio o la violencia, incitar al acoso o participar en él. Por otra parte, las cuentas verificadas tienden a ser blanco de campañas de hackeo o suplantación de identidad, por lo que se recomienda que, entre otras acciones, activen controles secundarios de seguridad y revisen los permisos otorgados a aplicaciones de terceros.
¿Perfiles verificados en Cuba?
En la medida que los principales servicios de redes sociales lo han permitido, individuos y organizaciones cubanas han aplicado y obtenido la verificación de sus perfiles, lo que incide en el escalamiento y establecimiento de una Cuba en plena evolución digital dentro de la pasarela mundial de la información y las comunicaciones. We Are Social y Hootsuite cifraron en 6 270 000 los usuarios activos de redes sociales en Cuba —hasta febrero de 2020—, de los cuales, según StatCounter, la mayoría está en Facebook.
El giro de Barack Obama en la política hacia nuestro país concebía el apoyo a la ampliación estratégica de las capacidades tecnológicas internas —que estaba en marcha con un autóctono proceso de informatización—, estrechando los vínculos con el sector estadounidense de las comunicaciones. Esta intención comenzó a hacerse realidad a partir de actualizaciones progresivas en el régimen de sanciones norteamericano, y una serie de visitas de funcionarios de alto rango y representantes de empresas tecnológicas, como la de un equipo de Facebook Latinoamérica a la Universidad de las Ciencias Informáticas el 25 de mayo de 2016. El 24 de febrero de ese año Twitter había verificado la cuenta de la citada institución universitaria.
Hoy el panorama refleja una profundización de aquel germen de interacción entre las empresas de redes sociales y la comunidad cubana conectada. Políticos, músicos, actores, humoristas, en consonancia con la dinámica general, ostentan la codiciada marca en las redes aquí referidas. Te mostramos algunos ejemplos a continuación.
Realidades y mitos de la insignia azul
La bendición color cielo es, indiscutiblemente, un impulso deseado para individuos y organizaciones que quieran avanzar enteros en el fortalecimiento de su marca. Pero es necesario asumir la insuficiencia de este hito, que no quita la importancia de elaborar e implementar estrategias de comunicación efectivas. Desde la perspectiva de quien desea obtener la verificación y no lo consigue, se suele sugerir la inclusión de enlaces al perfil en sitios web oficiales y otros servicios similares.
En otro orden, la seguridad de la identidad en las redes no se reduce a la impresión de un sello digital. Podríamos consensuar que este mecanismo es una ayuda de los proveedores de alcance limitado. Hay que ganar en habilidades de gestión de información, que nos permitan descubrir la ilegitimidad de una cuenta que ha falseado técnicamente su verificación en la foto de portada, como puede suceder en Twitter o Facebook.
La transparencia en estos procesos es un aspecto harto discutible, puesto que contiene aspectos subjetivos que se entrecruzan con creencias y realidades económicas, religiosas, políticas y sociales. Aún así, podemos concluir que el balance de su incidencia es positivo, sobre todo cuando asimilamos todo lo que circunda su desarrollo, y el saludable espíritu de superación que le transfiere al mercado digital de la información.
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